lunes, 12 de febrero de 2007

Ojo en la historia -mujer

NOTAS SOBRE
HISTORIA DE LAS MUJERES:LA MUJER EN LA HISTORIA.

(Parte I)
Lilly Soto Vásquez**
Introducción

El presente ensayo tiene como objetivo presentar una síntesis de lo que ha ocurrido en la historia de las mujeres, o del lugar que a través del desarrollo de la ciencia histórica ha adquirido la mujer; los principales debates sobre el tema así como las metodologías y los nuevos marcos conceptuales que se han derivado para la realización del estudio de género.



I.La mujer en los estudios históricos.

La Historia de la Mujer es de creación reciente y aún se encuentra en proceso de consolidación y legitimación excepto en Estados Unidos, Gran Bretaña e Italia.

Como parte de la ciencia histórica, o como área específica de la Historia fue impulsada a raíz de la segunda ola del feminismo de los 60, y no sólo ha reivindicado la experiencia histórica como objeto de investigación, sino que ha construido un marco conceptual y elaborado los mecanismos apropiados para tal estudio.

La investigación histórica subordinaba la experiencia histórica de la humanidad al varón y la historia académica tradicional se limita a tratar a las mujeres destacadas y aún las corrientes renovadoras de la Historia como la escuela francesa de los Annales (1929) tarda en abarcar la problemática de la mujer y lo hacen según los esquemas tradicionales.

Por su parte, la historiografía marxista, a pesar de plantear un enfoque metodológico de "Historia Total" desde las clases oprimidas, no se ocupa de la Historia de la Mujer puesto que, en la medida en que considera que las clases sociales son la fuerza motriz de la historia y que las mujeres forman parte de las diferentes clases sociales, no la consideran como grupo social diferenciable del hombre.

La Historia de la Mujer trata de reconstruir su historia y ampliar nuestros conocimientos acerca de diversas dimensiones de su propio protagonismo histórico, a la vez que procura comprender el significado de los sexos, de grupos de género en el pasado histórico.


Sin embargo tanto la teoría liberal como la marxista se elaboran a partir de modelos androcéntricos del progreso. La tradición liberal (Mary Wollstonecraft, Harriet Taylor Mill, John Stuart Mill), interpreta la historia de la mujer mediante una perspectiva de progreso constante que va desde su esclavitud original hasta su emancipación, con la concesión del sufragio y la equiparación de sus derechos con el hombre.

La interpretación marxista clásica considera desventajosa la trayectoria de la situación de la mujer, ya que ha pasado de una igualdad relativa entre los sexos en las sociedades primitivas a una mayor explotación bajo el capitalismo y vincula el fin de la opresión del sexo femenino con la derogación del capitalismo y la abolición de la propiedad privada de los medios de producción.

Debemos reconocer que el debate fue planteado entre los historiadores en 1946 por la historiadora norteamericana Mary Beard en su obra "Womens as Force in History" en la que trata de demostrar las numerosas aportaciones de las mujeres como protagonistas independientes en el proceso histórico y en este sentido argumenta el papel positivo que desempeñaron a lo largo de la historia. Descarta la tesis de que la mujer es un apéndice del varón.

Un nuevo aporte en esta línea lo realiza Simone de Beauvoir en 1949, con su obra "El segundo sexo". En esta obra Beauvoir alega la tesis de la eterna sujeción femenina y su impotencia secular. Al vivir en función del otro, la mujer no tiene proyecto de vida propia, ha actuado siempre al servicio del patriarcado y en definitiva, constituye el segundo sexo supeditado al sexo sujeto, protagonista activo y agente de la transformación histórica: el hombre.

Sin embargo otras autoras cuestionan el "mito" de la eterna sujeción femenina. Gerda Lerner rechaza la victimización histórica de la mujer en su doble vertiente de análisis político e histórico. Como historiadora, Lerner se esfuerza en probar precisamente que la investigación histórica demuestra la iniciativa y positiva contribución histórica de la mujer y de este modo invalida su sujeción al hombre y su falta de protagonismo histórico.

Sin embargo, la ausencia de la mujer, la invisibilidad de la mujer en los estudios históricos no se debe a una conspiración malvada de ciertos historiadores masculinos, sino al arraigo de la concepción androcéntrica de la historia.


La Nueva Historia de la Mujer nos obliga a revisar nuestro lenguaje y a ampliar nuestros campos de investigación histórica para abarcar aquellas áreas donde ha tenido mayor incidencia la acción de la mujer. Debe revisarse los esquemas ideológicos patriarcales que han determinado una concepción de la historia de la humanidad desde la óptica de un sistema de valores masculinos y la elaboración de una historia que permita abarcar la experiencia colectiva de ambos sexos.

Se trata de plantear un análisis histórico a partir de la Historia Total pero no como una historia de las estructuras económicas, sociales y políticas planteada por la Escuela de los Annales, sino como una historia que abarque a la vez las dimensiones de la esfera privada para establecer una visión integral del conjunto de la experiencia histórica de la mujer .